Carta abierta

a Polinices

Luis Guillermo Álvarez Marín, Miembro de Átropos, 2021

Copyright © todos los derechos reservados de Autor

gama2710@gmail.com

Recostado en la azotea de mi casa, contemplando las estrellas, en una noche de luna llena, donde el calor se soporta con los vientos que llegan de oriente, me rodea el pensamiento acerca de la muerte, de los mortales y del abandono en que la ciudad civilizada se deshace de aquel que fallece. Contemplando, pues, el panorama, empecé a escribir esta misiva a Polinices, fallecido mediante el enfrentamiento que tuvo con Eteocles, su hermano.

Querido y recordado Polinices

El efusivo saludo te doy y desde aquí Átropos, te envío un caluroso abrazo, siendo solidario con tu causa y tú destino. Realmente, uno después de muerto, para el sepelio, lo que la familia quiera hacer con uno, tus hermanas Ismene y Antígona, tratan de darte sepultura, pero el temor y la resolución de tu tío Creonte, no permitió enterrarte, juzgándote de traidor a la patria, a Tebas, aduciendo que te dejarán sobre el pasto para que las carroñas te comieran. Tranquilo Polinices, el comportamiento moral, aún no ha cambiado, hoy en día, también los muertos están clasificados en categorías; desde la monarquía, pasando por la aristocracia, hasta llegar a la democracia, han convertido leyes de ética, moral, política y religiosas, de acuerdo a las necesidades de quien gobierna. 

Esas categorías también entierran a la sociedad, a la Polis, mediante estrategias, planes de acción, modelos económicos, y políticas de acción administrativa, que encasillan al pueblo, a la prole, pero, una pequeña parte no conforme, según el gobierno, se vuelve rebelde. 

Recuerda Polinices, que en todos los países de mundo, existen grupos de insurrección y en Colombia, el Eln y la Farc, constituyen los frentes de combate donde se originan muertes y que aquellas por parte del ejército son reconocidas y las de los grupos en la selva o en el monte, por hostigamiento, no hay tiempo para enterrar a sus mismos compañeros de grupo. Así, estimado Polinices, que hoy, los pobres, los desamparados, los sometidos al yugo explotador, no tienen derecho a un entierro digno, cuando mueren, no hay quien los llore, ni lloriqueos, ni lamentaciones, en cambio, tú si tuviste coros, estrofas y antistrofas, además, tus hermanas lloran y sienten inmenso dolor, tu deceso. Te cuento, amigo, que el estado de derecho se encarga de marginar o abandonar al desposeído, a ti, siendo expulsado de Tebas, te tocó refugiarte en Argos; los grandes problemas, cualesquiera que sean, se presentan por el dinero o por el poder, ambas cosas son fuente de riqueza y de distribución equitativa, recuerda, que pasado un año, del reinado de tu hermano Eteocles, te tocaba el trono, el reinado a ti, grave problema y esto hoy también lo vivimos a diario en el mundo, la democracia, se escuda bajo la libertad, para engañar con votos a la ciudadanía; los gobiernos de hoy, son manejados como títeres por aquellos países desarrollados, grande problema que el hombre de hoy enfrenta con la ayuda de la tecnología y el avance científico del nuevo milenio. Ismenia y Antígona, siempre, en busca de darte una sepultura digna, a un hermano que aspiraba y por acuerdo entre los hermanos, manejaría los destinos de Tebas, pero, Eteocles, más audaz, te negó el poder y te ocasionó la muerte, en un combate, donde ambos se matan, cumpliéndose lo predestinado por el oráculo.

No te preocupes, hoy, después de tantos siglos, existe el mismo egoísmo, si miramos a Suramérica, encontramos una especie de dictadura en todos los países, con principios de socialismo pero con enfoque capitalista, sometimiento y falto de las necesidades fundamentales de subsistencia y creando una brecha más amplia, cada día, entre ricos y pobres; entre riqueza y miseria. 

El desespero por el poder, en esta democracia, hace que nosotros, el pueblo, vivamos con los ojos tapados, a nosotros nos ocultan la realidad, tu padre Edipo, fue capaz en su momento de arrancarse los ojos y quedar ciego, para jamás mirar lo que estaba ocurriendo en Tebas; hoy también el pueblo es ciego, vive en tinieblas con respecto al desarrollo de los países; la sociedad de consumo y el capitalismo nos vendan los ojos para que no pensemos, ni analicemos, y veamos la verdadera problemática que maneja este sistema: la explotación del hombre por el hombre.

El robo, la traición y la mentira son el pan de cada día; el desempleo, el hambre y el egoísmo forman parte de la estructura de poder, bases para someter a la población a su rigurosa alienación.

Querido y estimado Polinices: tu muerte, ha sido símbolo de exilio: hoy los países todos, tienen personajes desterrados, al no tener empatía entre sus conceptos y los del estado. Hoy la maldición de Edipo, se cumple en nuestros países; el odio y la envidia hacen que nos matemos entre nosotros mismos: la muerte ya se apoltrona sobre nosotros y el concepto de familia y de la vida, la sociedad ya la transformó.

La parte espiritual, es dada por los sentimientos manipulados por las diversas clases sociales, como parte sólida y fundamental, para el sometimiento que garantice el poder. Hoy en día, la iglesia manipula, margina e ideológicamente, ayuda a explotar al hombre, a ella le corresponde la formación espiritual y moral de este. También a ti, tu fe, era accionada y orientada por tus divinidades, por los dioses y los oráculos, de manera que los sentimientos de tu época, todavía se trasladan a la nuestra.

A tu cadáver, en brazos de Antígona, estimado Polinices, quise rendirte este sencillo pero explosivo homenaje, a la vez, contarte lo que pasa muchos siglos después, en estas tierras, donde el destino es incierto. Tu sagacidad y valentía hicieron posible tu muerte predestinada, cumpliéndose la maldición de tu padre Edipo.

Permite que te escriba esta misiva, que lleva el sello de mi amistad, algún día nos veremos en la morada eterna, pero hoy te dejo para continuar mis planes de seguir mis lecturas y análisis de los dramas y comedias de tu Grecia, admirada por nosotros.

Adiós por hoy, haz que tu figura resplandezca, como renace el sol cada mañana sobre la superficie de la tierra. Hasta siempre…