Un acercamiento a la poiesis
de la dramaturgia de Gilberto Martínez1
Por Daniela Castaño Molina2 , miembro de Átropos3, 2021
A mi abuela Ana Sofía y a los miembros de Átropos.
Quienes me enseñaron que la vida es una puesta en escena.
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Este artículo aborda brevemente elementos de la dramaturgia de Gilberto Martínez Arango desde su teoría teatral para un acercamiento a su poética.
Martínez nació en 1934 en Medellín y murió allí mismo en el 2017, amante del tango, del cine y de la literatura, se dedicó al teatro y a la medicina con el
deseo de poder conciliar ambas disciplinas, en palabras del mismo autor: “El dolor humano en el teatro y el dolor humano que sentía en mi profesión. En última instancia ambas oportunidades se me dirigían hacia la pregunta: ¿Qué es lo que caracteriza la Condición Humana?” (2010, p,15). Martínez, como buen observador comprendió los síntomas de Colombia, un país violento y fragmentado, sus obras son el producto de un contexto que lo confronta, su “Puesta en Relieve “compromete al hombre en su totalidad, es decir, estimula su área cognoscitiva, su área emocional, su área psicomotora y lo enfrenta con su medio social” (Martínez, 1994, p, 13).
Poiesis, según Aristóteles, se entiende como el proceso creativo, analítico que se evidencia en la creación, en este caso de la dramaturgia de Gilberto Martínez; a continuación, se abordarán algunos elementos de su teoría teatral-dramaturgia.
En Teatro, teoría y práctica, publicado en 1986, la dramaturgia hace parte de la creación literaria más no es literatura, el texto cobra sentido en la
“Puesta en Relieve” comprendida como la representación escenográfica de los múltiples elementos constitutivos de la obra. Partiendo de un escenocentrismo,4 Martínez, propone un teatro dialéctico, donde se correlacionan los siguientes
elementos:
1) La estética del proceso de la producción del texto,
2) La estética del hecho teatral: Puesta en Relieve, Actos de habla.
3) La estética del proceso de reacción y apreciación estética5, esto último lo lograba a partir de los conversatorios con el público al finalizar las obras6



La dramaturgia para Martínez, es una partitura o libreto dramático, en la cual se da un “proceso de pensar y sentir un ritmo” (2002, p,7) escrito bajo los siguientes atributos: situación conflicto, fábula, acción dramática, drama de la situación y rol. En sus obras la pregunta por la condición humana es lo que subyace a través de sus personajes, entre ficticios y reales, narra los paisajes de lo que acontece, los argumentos de sus obras han sido inspirados por hechos históricos, que expone en sus dramaturgias de forma subjetiva recreando una mirada caleidoscópica de los mismos, propósito que expresa en su poema Teatro alquímico: “Hago una dramaturgia de fragmentos, pego pedazos de realidades en convenciones con relieve practicables de una realidad viviente, espacio e instante en unidad dialéctica. (…) Como otra opción de producción de subjetividad compartida e identificatoria” (Martínez, 2002)
El “teatro documento” como posibilidad de construir memoria del contexto colombiano y fomentar el pensamiento crítico ha estado presente en la sociedad colombiana recreando las problemáticas sociales, Martínez, en Teatrario 1994, describe una entrevista que fue realizada a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, por integrantes del Teatro Libre de Medellín en 1971, por la fecha se había iniciado una lucha de los campesinos de Urrao por las tierras ante el estado, teniendo en cuenta esto los dirigentes campesinos escribieron una obra de teatro titulada Nuestra lucha; durante la entrevista un integrante del teatro le pregunta a uno de los campesinos la razón por la cual decidieron escribir una obra de teatro
representado lo que estaban viviendo con sus tierras, a lo cual respondió -“creemos que es una forma efectiva de recordar nuestras luchas y además educar para ellas” (1994, p, 150).

En ésta respuesta se señala uno de los elementos representativos de la poiesis dramática del maestro Martínez, crear obras pensadas para representar, denunciar y promover la discusión de temas no ajenos ni a la filosofía ni al contexto histórico colombiano, continuando con uno de los aspectos del origen de la dramaturgia en occidente, escribir y representar las situaciones conflictivas que promuevan a través de la estética el pensamiento crítico, procurando una reflexión y transformación de las mismas.
Basada en los acontecimientos del 8 de junio en 1973 en la Universidad de Antioquia, Martínez, escribe Zarpazo, por la fecha había manifestaciones estudiantiles en una de las cuales muere el estudiante Luis Fernando Barrientos, una obra que inmortalizó las luchas de los movimientos estudiantiles en Colombia, como lo afirma uno de los personajes en la obra “Y pasan los años y los muertos se acumulan” (1986 p, 128), Martínez en la obra mencionó uno de los mecanismos que se usó y se sigue usando bajo otros nombres en Colombia para mitigar el poder del pueblo: al darse cuenta de las manifestaciones de los estudiantes, el arzobispo, un personaje de la obra, se dirige con las siguientes palabras al comandante de las fuerzas armada: “siempre he creído que la democracia debería tener un sistema para controlar a los subversivos” (1986, p, 130) a lo cual, el comandante le responde: “Y lo tiene. Cuéntelos. Se levanta el estado de sitio y se da a la apariencia de legalidad. Aparecen como conejos, los contamos, los clasificamos y después al decretar de nuevo la alteración del orden público, como conejos los cazamos”. (1986, p, 130). El arzobispo, guardián de las costumbres y representante del poder divino en la tierra, continua con las siguientes líneas: “Privilegios de la democracia representativa, gracias a Dios” (1986, p, 130) El comandante quién defiende el poder del estado, replica “Gracias al señor presidente, excelencia”. (1986, p, 130). La obra posee las características de un agón donde la situación conflicto gira alrededor de las peripecias de la madre, su dolor ante la pérdida de su hijo y su impotencia ante la ironía de un estado y de sus instituciones que no asumen responsabilidad.
Los roles, son los personajes en la acción, que se amplifica en la situación dramática, la familia del estudiante, los burócratas, los miembros del estado, compañeros de trabajo de la madre, entre otros. La fábula, ordenación de los hechos, es causal, pone en Relieve las intenciones de cada una de las instituciones a través de la acción dramática, entendida como el movimiento dramático en escena.
El agón entre la justicia del pueblo y la del estado, se halla también en la obra La Guandoca de Samper, dirigida por Gilberto Martínez, en cuya representación estuvo Ramiro Tejada, quien dedicó a la obra la siguiente apreciación estética.
“La relación de personajes, el entrecruzamiento de sus historias con el hecho real de la detención, juego de distancias y espejos concéntricos escénicamente expuestos, dan al testimonio la carga dramática de verdad. No hay, en sentido estricto, una puesta en escena de un relato, lo que se percibe es el relato mismo, el testimonio: Teatro Verdad, documentado, armonizado, con el gesto sublime del dolor en los rostros de las actrices”. (2003, p, 112)
Teatro documento, teatro verdad, esas características que le otorga Tejada, a la acción dramática podría llevar a determinar, erróneamente, que el teatro de Martínez es naturalista, considerando que los hechos históricos se replican
objetivamente, sin embargo el autor afirma que “La esencia de la disposición escénica no está en presentar actos, conductas y comportamientos gesticos sino en representar (porque no decir ahora reteatralizar), las reales dramaturgias sociales, no pueden ser el saco de falsas armonías sino más bien relieve intenso de las contradicciones (…) el teatro es una realidad en sí mismo y, no duplica, refleja ni copia la realidad del público (p, 286)
En efecto, el dramaturgo colombiano, consideró al teatro como una realidad en sí misma que se crea de forma caleidoscópica a partir de otras realidades vividas, siendo esto una característica del realismo, que Martínez en Apostillas memoria teatral (2012) lo define como “aprehender los acontecimientos escénicos equivalente a lo que desea mi percepción crítica de los acontecimientos del mundo” (p, 220); es preciso aclarar que se ha relacionado el realismo con un carácter de verosimilitud, el realismo en el teatro aprehende los objetos y los representa desde la subjetividad estética en su relación profunda del sujeto cognoscente, la relación con el objeto y su contexto; según Víctor Viviescas, la dramaturgia de Martínez “Es una escritura que se confunde con la realidad, que se inserta en ella y que, sobre todo, la despoja de su supuesta objetividad y la


denuncia como simulacro” (2007, p, 3), convirtiendo
el hecho teatral como simulacro de lo vivido que confronta los imaginarios sobre la condición humana en su dimensión social, política, privada y pública, construyendo memoria emocional dialéctica, de lo pensado y de lo que acontece; el maestro Gilberto Martínez, afirma en Apostillas, que no le interesa un “teatro como vehículo de evasión, mero entretenimiento, o como si se tratara de una burbuja aislada de la realidad que la circunda” (2012, p, 220).
En Martínez las heridas sociales se vuelven dramaturgias sociales, en “Actos de habla” y “Puesta en Relieve”, un teatro político con influencias brechtianas, que en su libro Sobre Bertolt Brecht y mi trabajo teatral de Puestas en Relieve ( 2015), adaptando la canción del autor dramático, menciona lo siguiente,
“ Muestro lo que he visto, y he visto el destino de las ciudades, Medellin, […] ser autores o testigos” ( p, 14) Una de las influencias de Brecht en la dramaturgia de Martínez y en general a partir de la segunda mitad del siglo XX en el
denominado Nuevo Teatro colombiano, es lo relacionado con la puesta en escena, el teatro épico, el espectador y la visión del ser humano en el teatro, según Martínez, “Brecht niega al hombre-divinidad, al hombre esencia concluida, al hombre-idea preestablecida y afirma alhombr e como devenir en la confluencia de las presiones sociales” ( 2015, p,165); de ahí la influencia en Martínez del autor alemán en el uso de los elementos épicos y dialécticos con
los cuales desarrolla la fábula del hecho teatral como por ejemplo en la obra Las vicisitudes del poder 1986, con elementos de la forma épica del teatro, está escrita en dos escenas con una narrativa a saltos “cada escena vale por sí misma dándose un proceso de retroalimentación ( Martínez, 2015) los personajes van narrando la situación conflicto que es, la rebelión del pueblo y la moralidad farsa, la fábula consiste en representar la opinión que tiene uno de los personajes principales Doña Mercedes la primera dama, los funcionarios
del estado y el cardenal, sobre el pueblo y la función del gobierno sobre este, mientras se está gestando una revuelta ciudadana, por consiguiente, la primera dama de la nación menciona “ Las revoluciones como las llaman deben ser ahogadas en sangre” (p,199) el argumento de la obra pretende denunciar, hacer evidente, la relación de poder, clasismo y abuso que hay entre los dirigentes hacia el pueblo, Doña Mercedes representa a los valores antidemocráticos,
abusa de su poder y posición, es indiferente ante las necesidades de los ciudadanos, ella está convencida que: “El papel del Estado es castigar silenciosamente” (p, 196) A todos aquellos que están en contra de lo establecido por el mismo, Martínez, menciona que esta dramaturgia fue inspirada en los acontecimientos de Colombia ya que al igual que, en la obra callan a las personas que poseen un liderazgo social en sus comunidades, defensores del medio ambiente y se asesina a personas para colgar la medalla a los que junto con los personajes de la obra se echan perfume para camuflar el olor a sangre y a culpa; el drama de la situación se agudiza cuando el hijo de la primera dama muere precisamente por las vicisitudes de la desmesura en el poder y de su gobierno el cual es escenario para la corrupción y la búsqueda de los beneficios particulares por encima de los beneficios comunes.
La dramaturgia del maestro Gilberto Martínez, reúne en la escena su contexto social y cultural, muestra de esto es su teatro que está atravesado por lo político, en el cual desnuda la condición humana fomentando el pensamiento crítico enfrentándonos como espectadores, lectores y público a una reflexión del dolor, lo cotidiano, lo contradictorio, lo imaginado y lo inimaginable: Un teatro del acontecer al interior del ser humano y de Colombia Los invitamos a visitar Casa del Teatro de Medellín y la Biblioteca Gilberto Martínez, especializada en artes escénicas y ser parte de Átropos, conversatorio del teatro griego.